Cueva del Engarbo I

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Las cuevas del Engarbo reciben su nombre de la propia aldea que se desarrolla a sus pies, un pequeño núcleo habitado hasta hace pocos años y hoy prácticamente en ruinas. El abrigo I responde a una prolongada oquedad, poco profunda, de más de 50 m de longitud, que se abre bajo un farallón rocoso que recorre el margen izquierdo del río Frío. Sus paredes también se aprovecharon para levantar algunas construcciones de las que se conservan restos muy evidentes.

El contenido pintado del abrigo es importante y muy numeroso, destacando composiciones de figuras humanas y representaciones de fauna que forman escenas y se distribuyen en varios paneles, dominando las figuras en tinta plana y color rojo, aunque también hay algunas figuras realizadas en color negro.

Destaca una escena compuesta por varios bóvidos en posición de marcha, acompañados de figuras humanas inclinadas. Encontramos, también, algunos de esos ciervos del mundo del Arte Levantino, con sus astas, en ocasiones solo perfilados. Varias cabras montesas con cuernas y cuerpo macizo. Por otra parte, hay que destacar la presencia de arqueros de diverso tamaño, a veces agrupados en número de tres, así como figuras femeninas con cabezas redondeadas. Sin lugar a dudas, un conjunto levantino relevante que podemos asociar al importante núcleo de Nérpio.

Completan el conjunto algunas figuras esquemáticas, varios antropomorfos, trazos paralelos y líneas en zigzags. 

Arte Levantino en Santiago-Pontones

Desde el oeste de la provincia de Jaén y norte de la provincia de Almería hasta el interior de las provincias de Huesca y Lérida, se han documentado numerosos abrigos con Arte Levantino, organizados en cuatro grandes cuencas fluviales: la del Segura en el sur, la del Júcar y la de Turia en el centro y la del Ebro al norte. Las cuencas del río Segura, del río Júcar y del río Turia fueron ocupadas en su totalidad, desde el propio nacimiento hasta las áreas montañosas inmediatas a la costa, mientras que la del río Ebro no se llegó a coronar. Por tanto, los abrigos de Santiago-Pontones, junto a los existentes en la vecina comarca de Los Vélez (Almería), se convierten en la frontera sur del Arte Levantino.

Colorantes

El Arte Levantino es esencialmente pictórico, aunque en los últimos años se han encontrado algunos grabados. Los colorantes utilizados han generado tres tipos de cromatismos, rojos, negros y blancos, siendo el rojo el que domina de manera absoluta el repertorio pintado. El negro, presente en diversos núcleos, es relativamente bajo, mientras que el blanco es exclusivo del núcleo de Albarracín. 

Rojo: óxidos de hierro –oligisto y limonita-. Negro: carbón vegetal y óxido de manganeso. Blanco: sulfato de bario.

Plumas y Arte Levantino

Experimentaciones y análisis recientes plantean la utilización de plumas de aves, como pinceles, para realizar las figuras levantinas. La pluma es un instrumento que permite conseguir las calidades y variedades formales que podemos observar en los abrigos levantinos, ya que son flexibles y permiten un trazo dúctil.

Relevancia de las pinturas rupestres

La selección de los abrigos como soporte simbólico no es una elección casual, sino que depende de las estrategias simbólicas y culturales de las sociedades prehistóricas establecidas en el territorio, funcionando como elementos de control territorial. 

Los abrigos con pintura levantina son lugares que otean pequeñas geografías y se acumulan en nichos ecológicos, con características físicas y ambientales parecidas. Arropados por paisajes cerrados, solo rotos por el recorrido serpenteante de ríos y barrancos, nos ofrecen un panorama claro de la relación que el Arte Levantino tuvo con la naturaleza. El acceso a estos lugares nunca es fluido ni directo, hace falta jugar con el laberinto de la red fluvial. Ríos, arroyos, barrancos y agua se convierten en las variables que aparecen sin solución de continuidad, asociadas a los grandes conjuntos del Arte Levantino.